LAZOS DE AMOR
Por: Irene Díaz-Bazán
1 de cada 5 personas que espera un trasplante es hispana.
En el año 2004 conocí a Verónica Silva, una madre desesperada tras escuchar el diagnóstico médico de su único hijo, Axel Agustín. El pequeño, de apenas cuatro años, padecía insuficiencia renal. Tres veces por semana madrugaba para asistir a sus largas y dolorosas sesiones de diálisis. Después asistía a la escuela.
En mi labor como editora de un diario local, traté de llamar la atención de la comunidad y de diversas instituciones para apoyar a Axel, un niño migrante argentino que necesitaba, contrarreloj, un trasplante de riñón. Al no ser residente permanente de Estados Unidos, su familia debía reunir 250,000 dólares para cubrir los costos del trasplante y, lo más urgente, encontrar un donante que le salvara la vida. Durante el transcurso de su enfermedad renal, le descubrieron además un tumor cerebral. Su vida pendía de un hilo.
Una década después, coincidimos en una reunión. Entre lágrimas de emoción y felicidad, Verónica me contó que habían logrado gestionar la operación y que ella había sido la donante del riñón. Grande fue mi emoción, y mi alegría no tuvo límites. Axel estaba vivo! Los volví a entrevistar y obtuve un premio Emmy por la historia, que llevó por título: “Lazos de Amor”. Claro, solo una madre podría salvarle la vida al fruto de sus entrañas.
Años más tarde, mientras salía de visitar a una amiga internada en un hospital de Atlanta, volví a ver a Verónica. Estaba angustiada: su amado hijo —“Agus”, como le decía— nuevamente luchaba por su vida. Su organismo había rechazado el riñón, después de 14 años.
Entonces comenzó una batalla titánica entre la ciencia, la fe y el amor maternal.
Axel Agustín Martínez le había pedido a su madre que donara todos sus órganos en buen estado. Y así se fue, vistiendo en su última morada la camiseta de la selección argentina. Se fue en paz, como un héroe, dando lavida por los demás.
Verónica conserva el sonido del latido del corazón de su amado hijo en un muñeco de peluche. El día de su funeral, todos nos estremecimos con su dolor. También nos dolía.
Verónica siempre será la madre, la guardiana, la enfermera que veló por la supervivencia de Axel Agustín, quien se despidió de su familia antes de cumplir los 26 años, dejándome la historia de amor maternal más elocuente que haya presenciado en mi vida.
