Providence, Rhode Island. – El juez Frank Caprio, reconocido a nivel mundial por su estilo compasivo en el estrado y su compromiso con los más vulnerables, falleció el 20 de agosto de 2025 a los 88 años, tras una prolongada lucha contra el cáncer de páncreas.

La noticia fue confirmada por su familia a través de sus redes sociales oficiales, donde se informó que el magistrado murió “pacíficamente después de una larga y valiente batalla contra la enfermedad”.

Caprio, quien se desempeñó como juez municipal principal de Providence desde 1985 hasta 2023, se convirtió en una figura emblemática no solo en su comunidad sino en todo Estados Unidos, gracias a la ternura y humanidad que mostró hacia quienes enfrentaban dificultades legales y personales. Su forma de impartir justicia, basada en la empatía y la comprensión, lo hizo acreedor del respeto y cariño de millones de personas dentro y fuera del país.

Una vida dedicada al servicio público

Nacido el 24 de noviembre de 1936 en el barrio ítalo-estadounidense de Federal Hill, Providence, Caprio fue hijo de inmigrantes italianos. Desde niño trabajó como limpiabotas y lavaplatos mientras cursaba estudios en escuelas públicas. Posteriormente se graduó de Providence College y obtuvo su título en Derecho en la Suffolk University Law School, compaginando su formación académica con un empleo como maestro en Hope High School.

Entre 1954 y 1962 sirvió en la Guardia Nacional del Ejército de Rhode Island. En el ámbito político, integró el Concejo Municipal de Providence entre 1962 y 1968 y más adelante presidió la Junta de Gobernadores de Educación Superior de Rhode Island, donde supervisó instituciones como la Universidad de Rhode Island y el Rhode Island College.

En 1985 asumió el cargo de juez principal del juzgado municipal de Providence, puesto que ocupó hasta su retiro en 2023. Durante su trayectoria, se convirtió en un referente del derecho humano y compasivo, capaz de transformar un tribunal en un espacio de comprensión y justicia social.

El legado de Frank Caprio trasciende las fronteras judiciales, dejando una huella imborrable en la vida de quienes lo conocieron y en todos aquellos que encontraron en él un ejemplo de humanidad en el ejercicio de la ley.