Las claves de la arrolladora victoria de Trump en los caucus de Iowa

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Ahora la contienda se traslada a Nuevo Hampshire, un estado más moderado, donde las encuestas muestran más apoyo para Nikki Haley

El ex presidente Donald Trump arrasó con Ron DeSantis y Nikki Haley y se benefició también de la reñida batalla por el segundo lugar, que al parecer prolongará la disputa entre los tres.

Después de casi un año de campaña, más de 123 millones de dólares en publicidad y un final helado y poco glorioso, los caucus de Iowa terminaron casi como comenzó la carrera: Donald Trump, el principal favorito, fue declarado ganador antes de que la mayoría de los votos hubieran sido emitidos.

La abrumadora victoria de Trump volvió a demostrar su duradero control sobre el Partido Republicano. Muy detrás de él, el gobernador Ron DeSantis de Florida superó por poco a Nikki Haley, la ex gobernadora de Carolina del Sur. Su ajustado final dio a ambos una razón para continuar sus campañas, lo que probablemente ayudará a Trump.

Ahora la contienda se traslada a Nuevo Hampshire, un estado más moderado tanto en temperatura como en temperamento, donde las encuestas muestran más apoyo para Haley. Después de muchos meses de ataques entre ella y DeSantis, el viejo tropo político que dice que del caucus de Iowa sobreviven tres candidatos republicanos se mantuvo: en 2024, hay tres “boletos” que salen de Iowa. Pero Trump va en un tren bala.

Trump acaparó apoyo por todas partes

Mientras sus rivales pasaron semanas haciendo campaña por todo el estado, Trump voló a Iowa solo una decena de veces. Figuras clave del Partido Republicano en el estado, entre ellas la gobernadora Kim Reynolds y los principales líderes evangélicos, respaldaron a sus rivales. Sin embargo, para cuando Trump subió al escenario para su discurso de victoria, parecía encaminado a ganar 98 de los 99 condados del estado, con él y Haley disputándose cara a cara el último.

La victoria de Trump en los caucus fue amplia y profunda. Superó a DeSantis en bastiones conservadores, incluido el noroeste de Iowa, hogar de muchos votantes evangélicos a los que el gobernador de Florida cortejó intensamente. E incluso en los condados suburbanos más moderados que rodean Des Moines, considerados terreno favorable para Haley, Trump ganó, aunque con márgenes mucho más estrechos.

El empresario tecnológico Vivek Ramaswamy, que se presentó como un heredero más joven del movimiento MAGA de Trump, obtuvo menos del 8 por ciento de los votos. Enseguida suspendió su campaña y respaldó a Trump el lunes por la noche.

Gran parte de la batalla en Iowa fue sobre las expectativas: ¿ganaría Trump más del 50 por ciento de los votos? Aunque se jactó de su gran ventaja en las encuestas, sus asesores intentaron rebajar el listón a un margen de victoria de 12 puntos porcentuales, el mayor registrado en una carrera presidencial republicana competitiva en el estado. Al terminar con el 51 por ciento frente al 21 por ciento de DeSantis y el 19 por ciento de Haley, el ex presidente superó ambas marcas.

A pesar de que superó a Haley por el segundo lugar, es difícil ver un rumbo preciso para DeSantis, y no está claro cuánto tiempo tendrá suficiente dinero para seguir adelante.

DeSantis había apostado su campaña en Iowa y prometió en más de una ocasión que ganaría los caucus.

El gobernado de Florida cumplió con todos los requisitos que normalmente serían necesarios para ganar Iowa. Visitó los 99 condados, se detuvo en pequeños pueblos y pubs, y respondió preguntas de los lugareños y la prensa. Convenció a la gobernadora Reynolds y utilizó la amplia red del líder evangélico Bob Vander Plaats. Su súper PAC (sigla en inglés que designa al comité de acción política) gastó decenas de millones de dólares en un programa casa por casa de una escala sin precedentes.

Intentó situarse a la derecha de Trump, retratándolo como insuficientemente conservador, y la estrategia fracasó. Simplemente no había suficientes republicanos que quisieran dejar atrás a Trump.

Ahora, se dirige a estados nominadores que son mucho menos hospitalarios y donde no disfruta de ninguna de las ventajas ideológicas que tenía en Iowa. Se enfrenta a votantes más moderados en Nuevo Hampshire, donde está en tercer o incluso cuarto lugar en las encuestas, y se espera que pierda por mucho ante Trump en Nevada, que celebra sus caucus a continuación.

Si DeSantis permanece en la contienda más allá de ese punto, pasaría a Carolina del Sur, donde Trump es muy querido y donde Haley es ex gobernadora.

Las crecientes esperanzas de Haley se vieron atenuadas

En comparación con las expectativas del verano pasado, Haley tuvo una noche alentadora, aunque solo sus partidarios más optimistas podrían atisbar con esfuerzo un camino hacia la victoria. Durante la mayor parte del año pasado, Haley no pasó de un dígito en las encuestas en Iowa. Tenía poco dinero y ninguna organización de campo. DeSantis disfrutó de abrumadoras ventajas iniciales en efectivo, personal y apoyo local.

Haley terminó muy cerca detrás de DeSantis al consolidar el bloque anti-Trump marginado del partido y reunir una coalición de republicanos con educación universitaria, independientes e incluso algunos demócratas que viven en áreas urbanas y suburbanas. Y masacró a DeSantis en la televisión, con aliados que gastaron más de 20 millones de dólares en anuncios de ataque contra él.

La ex embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas tuvo unas difíciles dos últimas semanas a medida que aumentaba el escrutinio mediático sobre ella. Pasos en falso, como sus errores involuntarios cuando se le preguntó sobre la Guerra Civil, pueden haberle restado impulso en la última semana antes de los caucus. Para enfrentar a Trump con algo parecido a una competencia, necesitará un desempeño casi perfecto a partir de ahora, y más que unos pocos golpes de suerte.

Haley ve un terreno más fértil en Nuevo Hampshire, donde debe demostrar que puede derrotar a Trump, o al menos acercarse lo suficiente para justificar la existencia de su campaña hasta las primarias de su estado natal en Carolina del Sur el 24 de febrero.

La participación fue muy inferior a la de los últimos caucus republicanos disputados, en 2016, cuando casi 187.000 habitantes de Iowa ayudaron a elegir a su nominado para el partido.

Este año, solo participaron unas 110.000 personas. La baja participación podría ser otra marca en contra de un proceso peculiar que ha sido objeto de intensas críticas en los últimos años.

Las proyecciones de participación variaron mucho, con la nieve y las temperaturas extremadamente frías creando una imprevisibilidad que dejó a los equipos de campaña sin pistas para descifrar cómo sería la noche.

El estatus de Trump como candidato de facto, aunado a la cancelación de presentaciones de campaña en los últimos días, significó que los caucus carecieron del suspenso de la contienda demócrata de nominación de hace cuatro años.

Esos caucus de 2020 estuvieron empañados por problemas al reportar datos. Ese lío, así como la preocupación de que un estado predominantemente blanco no reflejara la diversidad del Partido Demócrata, impulsaron al presidente Joe Biden a retrasar a Iowa en el calendario de nominación presidencial del partido.

Cuatro años después, Trump demostró que los caucus podían ganarse sin mucho apoyo institucional de los republicanos de Iowa, o incluso sin pasar mucho tiempo en el estado, y planteó nuevas dudas sobre el futuro de la contienda de Iowa.

Iowa no significa mucho de cara al otoño

A pesar de que Trump hizo historia, los resultados en el sólidamente republicano Iowa no ofrecen pistas significativas para las elecciones generales de 2024.

No hay duda de que Trump ha provocado un realineamiento político importante dentro del Partido Republicano, y el lunes por la noche mostró el compromiso de sus seguidores, cuando muchos se arriesgaron a salir en condiciones meteorológicas peligrosas para apoyarlo. Tampoco hay duda de que su operación política es mucho más sofisticada de lo que era en 2016.

Los caucus, con su hora de reunión de las 7 p. m. y proceso extendido, tienen poca similitud con la votación en la mayoría del país. También atraen solo a una fracción de la participación: aproximadamente el 15 por ciento de los casi 720.000 republicanos registrados en Iowa participaron este año.

Incluso en años más sólidos, los caucus tienen un historial pésimo para elegir al nominado republicano. En las siete contiendas republicanas disputadas desde 1980, solo dos ganadores en Iowa han conseguido la nominación del partido: el senador Bob Dole de Kansas en 1996 y el gobernador George W. Bush de Texas en 2000.

Es probable que la gran mayoría de los votantes republicanos vuelvan a apoyar a Trump en las elecciones generales. Pero lo que su control sobre ellos en Iowa significa para una campaña brutal disputada frente a decenas de miles de votantes indecisos, que son mucho menos conservadores, es más difícil de adivinar.

© The New York Times 2024

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