OSO DE PELUCHE
Sentada en su vivienda y aún devastada, Verónica Silva, abraza con ternura un oso de peluche. Lo acaricia, le acomoda la capa y lo besa.¿Pero por qué le prodiga tanto cuidado y atención?
Porque en su interior tiene una grabadora que reproduce el sonido de los latidos del corazón de su hijo, Axel Agustín Martínez. Ese órgano vital ahora late en el cuerpo de un hombre de 55 años.
Axel falleció en abril, poco antes de cumplir 26 años. Antes de partir, le pidió a su madre donar sus órganos. Gracias a su decisión altruista, hoy tres personas viven.
“Su niñez no fue normal. Su adolescencia tampoco. Sufrió y luchó hasta el final”, nos dijo Verónica, mientras nos dejaba escuchar los latidos. Axel padecía insuficiencia renal terminal.
—Es mi héroe —dijo.
Y ciertamente, su corazón sigue hablando de amor.
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OSO DE PELUCHE
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Sentada en su vivienda y aún devastada, Verónica Silva, abraza con ternura un oso de peluche. Lo acaricia, le acomoda la capa y lo besa.
¿Pero por qué le prodiga tanto cuidado y atención?
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Irene Díaz-Bazán
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PRENSA ATLANTA GLOBAL
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